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El conjunto de capacidades o habilidades que se precisan para manejar con provecho todos los instrumentos que se exigen en la comunicación docente. La tecnología de la comunicación ha sido uno de los sectores que más han ido cambiando en los últimos decenios y que más requieren especialización en el educador. Desde el uso de instrumentos audiovisuales hasta la capacidad de un aprovechamiento rentable de los instrumentos cibernéticos, informáticos e internéticos, la tecnología pedagógica ha crecido portentosa y rápidamente.
Esto afecta a todas las especialidades y también a las áreas de la educación moral y religiosa. El uso de la palabra en una sociedad dominada por los lenguajes audiovisuales e invadida por los artilugios en los que se encierra la palabra, tiene que se armonizado con los recursos disponible. Si es bueno usar lenguajes nuevos, no lo es tanto el abusar de los mismos y hacer la mente inmadura del niño inestable, versátil y también incapaz de abstraer ante la demanda inductiva e intuitiva.
La tecnología constituye para los educadores de la fe y para los profesores de religión un desafío tanto de uso como de moderación. Ni vale menospreciar su eficacia o necesidad ni conviene esclavizarse a sus exigencias siempre absorbentes.
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